No sabemos si por el metal de voz de Pedro Peralta, por el propio y magnífico efecto acústico de la bien pensada cúpula de la iglesia, o por la tan emotiva convocatoria religiosa, conducida por ese glorioso párroco, al que seguimos añorando en el Perdigón del Vino, llamado D. Zacarías; un prodigio de persona y un primor como sustento emotivo de las necesidades anímicas de su “rebaño”. El caso es que ese imponente templo retumbó. También es posible que fuera Diego de los Santos Antúnez, presente en la mente de todos como no podía ser menos, el que de verdad nos cobijara bajo su aureola jonda. Jonda, ¡jonda y ancestral de verdad!. Lo cierto es que esta segunda edición de Misa Flamenca nos dejó a todos tocados. El resto, de eso estamos seguros, si es que no fue todo, lo pusieron Pedro Peralta y su imprescindible escudero en la sonanta, Perico de la Paula. Arte celestial en estado puro.
Abren boca espiritual con la añeja caña uno de los palos más estériles pero a la vez mas bello. ¡Ole el arte del conocimiento cabal de los extremeños! Sin despeinarse, siguen por malagueña del Mellizo, rematando por rondeña primitiva, o lo que es lo mismo de Tía Anica la de Ronda.
Colombiana, de perfecta ejecución, después de ajustar el cantaor el tono conveniente, granaína, llegando finalmente al palo sublime: la seguiriya. Muchos entre los que me encuentro, tuvimos que enjuagarnos las lágrimas. Hizo sólo dos pero merecieron la pena. Tomás el Nitri y el cambio de Juan Junquera con manifiestas influencias de los Cepillo. Los aromas de los puertos se expandieron por el sacro lugar. Finalizan por saeta, hay que decir y subrayar que ambos se emplean a fondo. Homenaje a la patrona de Morales del Vino, la familiar Virgen de La Asunción, rematada de forma personal y caprichosamente elegante, como a veces acostumbra Pedro, con el cambio del jerezano Manuel Molina. ¡Qué se repita!
Abren boca espiritual con la añeja caña uno de los palos más estériles pero a la vez mas bello. ¡Ole el arte del conocimiento cabal de los extremeños! Sin despeinarse, siguen por malagueña del Mellizo, rematando por rondeña primitiva, o lo que es lo mismo de Tía Anica la de Ronda.
Colombiana, de perfecta ejecución, después de ajustar el cantaor el tono conveniente, granaína, llegando finalmente al palo sublime: la seguiriya. Muchos entre los que me encuentro, tuvimos que enjuagarnos las lágrimas. Hizo sólo dos pero merecieron la pena. Tomás el Nitri y el cambio de Juan Junquera con manifiestas influencias de los Cepillo. Los aromas de los puertos se expandieron por el sacro lugar. Finalizan por saeta, hay que decir y subrayar que ambos se emplean a fondo. Homenaje a la patrona de Morales del Vino, la familiar Virgen de La Asunción, rematada de forma personal y caprichosamente elegante, como a veces acostumbra Pedro, con el cambio del jerezano Manuel Molina. ¡Qué se repita!
Félix R. Lozano. Vicepresidente de la Peña Flamenca "Amigos del Cante". Zamora.
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