martes, 4 de mayo de 2010

‘Flamenco hoy’, de Carlos Saura recala en Salamanca los días 20 a 23 de mayo. Un verdadero espectáculo escénico.

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Es un alarde. Es una exhibición formidable del género andaluz por sus tres vertientes: en un mismo patio juegan lo instrumental, el eco de las voces y las siluetas de los cuerpos en danza. Muestra la enorme vitalidad que el flamenco tiene en los albores del siglo XXI, puerta de milenio. Y lo hace desde el sentimiento y la razón de Carlos Saura, con su magisterio, su gusto y su memoria en porfía de contar secuencias maravillosas.
Flamenco Hoy de Carlos Saura se fundamenta en la calidad de sus intérpretes, magníficos artistas de la ultimísima generación, novísimos y no por ello menos fascinantes. Se establece en compendio, antología cabal, del repertorio histórico de lo flamenco. Y aún de más, por las fronteras de otras músicas afines, de España y del Mundo. Se logra en la exhibición plena de las estirpes hondas. Se basa en la disciplina y en la chispa que deslumbra y conmueve.
Nanas, Sevillanas y Tangos de Triana, Peteneras, Farrucas y Saetas, Fandangos, Guajiras y Malagueñas, Seguiriyas, Soleares y Zambras, Alegrías, Bulerías y Rumbas; Componen el poema de lo que se toca, se canta y se baila. Tantas y más secuencias son posibles porque se manifiestan  comprimidas en su esencia justa, de manera que nada hay superfluo. Lo que queda es mosaico imponente de imágenes radicales, vivas, profundas
y bellas.
Los ojos, los espejos, las miradas, los pasos, los movimientos, los gestos, incluso los utensilios… en tránsito de la sombra al brillo. Eso se enseña. Se recuerda: se rinde homenaje a Antonio Gades, a Caracol y a Mairena, en su centenario. Comparece lo andalusí, la magia encantada de lo oriental. Sucede la estela de Antonia Mercé bailando a Granados y el sobresalto de Carmen La del Titi. Y sitio hay para que luzca un castizo pasodoble sensual, caricia entrelazada. Se reconocen territorios: Triana, Málaga, Jerez, Cádiz, Lebrija y el Alosno bendito. Lo negro, lo gitano asoman. Con el jazz se funde… van y vienen los momentos de júbilo y las estancias de tristeza. Alternan unas con las otras inmediatas en clave de yuxtaposición o de contraste. Lo mismo por la naturaleza de las coplas que por su tratamiento escénico y coreográfico. Todo lo que sucede conviene bajo la mirada atenta de la luz; se simulan sus horas desde el amanecer hasta el ocaso. Cada forma tiene su figuración y su color distintos.