jueves, 21 de febrero de 2008

Joaquín Grilo y Cía. Por Félix R. Lozano.

Superado el Ecuador de este completo ciclo, hoy toca baile para tocar el cielo. Joaquín Grilo Mateos, de la hornada del 68, nace en Jerez de la Frontera, muy cerquita de Santiago, exactamente entre la primera “factoría” flamenca y la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. Buenas referencias para el arte de lo jondo y el arte de la doma. Joaquín es niño prodigio. Con trece años es primer bailarín del Ballet “Albarizuela” y se recorre medio mundo y parte del resto. Desde entonces no ha parado, confirmándose con creces las expectativas en él depositadas de que se convertiría en bailaor flamenco hegemónico. Lo es. Tal vez no tenga tanto caché como Antonio Canales o Joaquín Cortés. Ni falta que le hace. A cambio tiene más jondura y más capacidad para aunar lo esencial del excelente hurmiento flamenco clásico con el aderezo de creatividad e innovación. Ha actuado en espectáculos y compañías de baile ajenas, pero es con el sexteto de Paco de Lucía con quien alcanza, de forma definitiva, el estrellato y reconocimiento internacional. En Octubre de 1999 crea su propia compañía, contándose por éxitos de crítica y público sus numerosas participaciones, tanto dentro como fuera de nuestro país.
Excelente baile de pies, por facultades, trabajo y jondura. Destaca su elegante verticalidad, su artístico desplante y su sentido racial de las formas corporales: Flamenquería, fuerza, doma, creación, estética y belleza.
Amén de otros numerosos premios recibidos, el pasado año fue reconocida su importancia en los Premios Nacionales “Flamenco Hoy”.
Así mismo hay que destacar que a sus señaladas cualidades artísticas se añade su buen hacer como coreógrafo, especialmente en sus propias creaciones como “Jácara”, “De noche…”, “Grilo”, o “A solas”.
Viene arropado por sus acompañantes habituales y con toda la seguridad nos dejará satisfechos a los que nos congreguemos en nuestro querido Teatro Principal.
Félix Rodríguez Lozano.

Federico, otro flamenco: Malagueña.

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La muerte
entra y sale
de la taberna.


Pasan caballos negros
y gente siniestra
por los hondos caminos
de la guitarra.


Y hay un olor a sal
y a sangre de hembra,
en los nardos febriles
de la marina.


La muerte
entra y sale,
y sale y entra
la muerte
de la taberna...

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