martes, 27 de octubre de 2009

Lola Carbonell y Niño Elías en el Aula Flamenca de Caja Duero. Reseña.

Los Aires de Huelva y la genial poética de Joaquín el de la Paula, puestos de manifiesto ante la afición zamorana.

Abrió la velada como es habitual en el formato, la palabra del conferenciante, en este caso Antonio Parra. Apropósito de un libro, nos refirió su conversación con el torero gitano Rafael de Paula, al que le comparaba el baile flamenco y los toros: “Sí, sí, es lo mismo, pero con una pequeña diferencia de quinientos o seiscientos kilos”. Continúa hablando de los tres aspectos que relacionan ambas actividades. El murciano vino a reproducir sin citarlo, lo expuesto por el flamencólogo José Blas Vega, un clásico, como en tantas y tantas cosas, relacionado ambas actividades. Su conexión tiene que ver con la historia: Ambos se iniciaron de forma seria a finales del XVIII y se pulieron lo suficiente a lo largo del XIX. Simbólicamente representan la vida y la muerte. Y, rematando el tercio, se han visto unidos por lo popular.
Abren la parte musical de la noche, la onubense Lola Carbonell, junto al magisterio de Niño Elías. Se templan por “malagueñas”, lo que se concreta en: Inicio de Concha La Peñaranda, malagueña de Enrique el Mellizo y remate por fandango del granadino, Frasquito Yerbagüena. Siguen por tientos, continuados por ocho tangos.
Plato fuerte y de especial digestión: Seguiriyas. Lola anuncia la letra de Silverio que hace alusión a la muerte de Ponce el torero. Manuel Molina, la de la letra referida de Francisco La Perla, y remate por cabal del propio Silverio. Por cierto, después de más de un siglo de búsqueda, Manolo Bohórquez ha dado a conocer la partida de nacimiento del mítico cantaor, con lo que se demuestra que nació en Sevilla y no en Morón de la Frontera como muchos de sus biógrafos habían sostenido.
Continúan por alegrías con el clásico inicio del “tiri, ti, tran,”, creado y popularizado por Ignacio Espeleta.
Loliya, como ella misma se animaba, anuncia un cante que en sí mismo no tiene demasiada, o casi ninguna, importancia. Hablamos de tanguillos. Pero hete aquí que de lo qué se trata es de una letra original de Tío Joaquín el de la Paula. ¡Casi nada!.
Joaquín el de la Paula, archiconocido por ser el máximo exponente de los cantes por soleá de Alcalá, el viernes, en Zamora se presentó, para el respetable que no conociera esa jocosa faceta del alcalareño, como excelso compositor y arreglista de cantes carnavalescos.
Remata la onubense con una pletórica tanda de fandangos de la tierra. Unos con denominación geográfica y otros personales. A partir del tercero, fuera de micrófono. El cuarto con la infalible fórmula de “Hasta Zamora he venido…”. Siguen dos más, para concluir con los artistas de pié, sin micrófono, despidiéndonos por fandangos. Muchos aplausos de un público completamente entregado.
En noviembre, mucho más.

Félix R. Lozano.