Como estaba previsto, Aurora Vargas se entregó sin concesiones el pasado sábado. Una vez más su escueto repertorio es ofertado con fuerza indomable, sin duda producto de sus flamencos ancestros. Diego Amaya perfecto en el trabajo asignado por la pareja Vargas – Pansequito. Rafa Junquera y el Eléctrico en su papel de excelentes palmeros y jaleadores. Los cuatro abren la velada por alegrías. Retirados los palmeros, siguen por soleares, la primera de Alcalá, concretamente de Joaquín el de La Paula, Mercé La Serneta, dando paso a bellas falsetas de Diego, algunas muy personales, Juan Talega, Pineda El Zapatero, nuevamente Talega y soleariya. Un pero: cantar flamenco no es desgañitarse. Tientos – tangos, comenzando la parte festera por aires de Extremadura, se levanta de la silla acompañándose con ese racial y característico baile tan de sello personal. Bulerías dedicadas a Zamora por estar encantada de estar aquí, eso sí, “A partir de ahora na de criticar a mi tierra porque aquí hase mussa caló”. Empieza por bulería lenta, pese a ello muy en la línea de la Plazuela. Enseguida se levanta para engrandecer su cante con las raciales contorsiones de su cuerpo. Incluye zambra caracolera en las mismas bulerías para terminar la primera vez, no sin antes acercarse los cuatro al borde del escenario y continuar por el jerezano palo. Nueva salida, más bulerías y preciosa y flamenca patadita de los palmeros. Aurora se arranca por debla, para salir definitivamente todo el grupo con la sevillana por delante con un flamenquísimo desplazamiento. Próxima semana más.
Félix R. Lozano
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