Más o menos ese fue el tiempo que necesitó el sayagués Mora para conquistar al exigente público zamorano.
Ante un público qué llenó los salones del Sayagués deseosos de cerrar el año con flamenco de tronío, previa cena dignísima y abundante, además del correspondiente aderezo futbolístico con el “partido del siglo”, rompe por toná sin micrófono Juan Manuel Mora, de impecable ejecución.
Siguen por malagueña de Don Antonio Chacón, rondeña y fandango de Frasquito Yerbabuena.
Continúan por tientos de Triana y Cádiz recordando a Manolo Vargas, y al Gallina, para encarar los tangos con el correspondiente repaso de los mismos propuestos por el maestro de Los Alcores, La Niña de Los Peines y los extremeños, siguiendo la escuela de Ramón El Portugués.
Se hace un pequeño paréntesis para recibir al profesor Sordera. Vicente, con el que comparto quinta, viene encantado a Zamora. Aquí se le entiende como en ninguna parte. Y se le aprecia. Y se le valora como lo que es: Una de las dos o tres sobresalientas figuras del arte flamenco actual. Abre por tonás fuera de micrófono. Tangos con la maestría y saber estar propia del que es un consumado maestro. Bulerías por soleá. Sin duda el más genuino de los cantes de Jerez, y en el que María Moreno fijó la estructura musical que a fecha de hoy todos los cantaores cantan y los aficionados disfrutamos. “Santiago y La Plazuela / son dos barrios de Jerez / donde nació Manuel Torre / y Juan Mojama también”. Curiosamente ambos de San Miguel.
Manuel Valencia, pese a sus veinticuatro añitos hace un toque perfecto. Desde un punto de vista estético sería recomendable que subiera ligeramente el mástil de la guitarra. Vienen alegrías, recordando a Rafael Alberti. Después, uno de los palos de la verdad: seguiriyas. La primera de Paco La Luz, ancestro de Vicente. Se van a Cádiz con Francisco La Perla, para rematar nuevamente por Jerez con El Manijero. Prodigiosos y sublimes, el público se lo premió debidamente. Toda la actuación la ejecutan sin megafonía. Sin embargo Vicente pide un aplauso para el responsable del sonido. Ángel Herrero se vio obligado a salir a saludar y recibir el correspondiente aplauso.
Continúa por fandangos. La Paquera, Caracol, Sevillano muy personal para terminar por Manuel Torre “Y fui al nido la cogí…”. Rematan la redonda actuación por las esperadas bulerías. Generosa y abundante entrega. Aplausos a raudales. Público en pié. Todo el mundo presente tributó al maestro Sordera el agradecimiento merecido. Pequeño descanso.
Aparece nuevamente en escena nuestro zamorano Mora, con el exquisito toque del Niño Manuela. ¡Para los anales de nuestra fecunda historia flamenca! Caracoles, alegrías y cantiñas. Muy personales elegantes y flamencas. Ya está ganada la afición. Continúan por soleares. Personalísimas y con muy buen gusto. Dos de Cádiz, concretamente de Enrique El Mellizo. Recreadas a partir del Tuerto, es decir de Aurelio de Cádiz o de Aurelio Sellé. Andonda, sigue siendo muy personal. Triana, con Manolito María por medio. Machango, también Triana pero muy personales. Más Triana y solearilla de remate. Impresionante a sus veintisiete años.
Termina su memorable actuación, insisto que muy bien acompañado por El Niño Manuela, por bulerías. Jerez, La Plazuela para continuar con un excelso repaso de muchas canciones por bulerías premiadas estruendosamente, todo el público en pié, y “obligándolos” a seguir. Por eso remataron con fandangos de Huelva.
Félix R. Lozano.
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