María Vargas se reencuentra con el flamenco en Zamora.
La memorable actuación de la excelsa María Vargas después de muchos meses sin actuar para los grandes públicos, el altísimo nivel de los guitarristas, la primera presencia de la Tobala en nuestra provincia y los muchos aficionados que el sábado se dieron cita en el Patio de las Escuelas de Villaralbo, hacen que esta décimo primera Noche Flamenca pase directamente a los anales del flamenco nacional.
Cada uno de los artistas principales, es decir cantaores, guitarristas y bailaora, tenían su propio público, aunque muchos asistentes eran compartidos. También, que el cuadro de baile fue una gratísima sorpresa, con sus prodigiosos cuatro cantaores, y qué cuatro voces.
La presentación corrió a cargo de esa encantadora y buena periodista televisiva Victoria Carrasco de Canal 4 T.V., quien da la bienvenida a la numerosa afluencia de aficionados de otras latitudes, entre los que se encontraba el venerable aficionado Yayo y un nutrido grupo de amigos de la comunidad de Madrid. Una buena forma de ser hospitalarios y de dar el “toque de queda” para el silencio imprescindible en el disfrute del buen flamenco. El público, el habitual de siempre en el flamenco: Correctísimo.
Vamos a intentar resumir las cuatro largas horas de flamenco para la semblanza.
Abren la memorable noche flamenca La Tobala y su marido el destacado guitarrista Pedro Sierra. Tientos tangos dedicados a la Niña de los Peines. Público entregado de principio, y que seguiría estándolo hasta el final. Soleares muy personales entre las que se pudieron apreciar ecos de la Serneta, Andonda, Juaniquí, Ramón el de Triana y Paquirri. Siguen Alegrías de Córdoba, mirabrás y alegrías de Cádiz. Fuerte ovación merecida. Terminan su actuación por una generosa tanda de tangos extremeños. Juana la Tobala desciende de Extremadura y tiene muy bien pillado el eco de la numerosa prole de cantaores extremeños. Despedida con público en pie.
Previo anuncio de la presentadora, aparecen sobre el escenario el maestro jerezano Perico Jero y Juanito Villar. Recepción de gala. Abren por soleares, con un Periquín muy motivado, Alcalá con los dos últimos tercios muy al estilo del Mellizo, Alcalá, Andonda y solearilla. Bien recompensadas por el público. Siguen cuatro fandangos. Tangos y bulerías acompañados por los palmeros Iván e Israel Carpio. Mejor despedida a Periquín que a Juanito. Pero también con el público en pie.
Después de los pertinentes cambios en el escenario, se inicia el baile. Palmas a compás por los cuatro cantaores - palmeros, filigranas con la sonanta de Juan Diego, para darle paso a esa pequeña gran dama de la danza racial jerezana, de la larga dinastía de los Carpio, Manuela Carpio. Manuela es puro Jerez, pero de la esencia misma de La Plazuela. Es jalea real del flamenco barrio de San Miguel, y todo su grupo igual. La actuación de todos ellos en su ciudad, habría llenado sobradamente un noche flamenca a 20 euros la entrada y estas se habrían agotado. En Villaralbo, por menos dinero los hemos disfrutado a ellos y al resto. Para tenerlo en cuenta. Durante el cambio de vestuario, Joaquín Flores entona una buena tanda de Bulerías. Abren la segunda actuación de Manuela las soleares, Juanillorro: Alcalá, Onofre, Ramón el de Triana. Con Agustín Talega, El Lavi, continua. Manuela exhibe su arte gitano cantando Manuel del Taller soleares de Ramón y de Machango. Ella responde con un exuberante zapateado coreado a compas por esas excelentes voces. Sigue el grupo sólo con bulerías de La Plazuela para volver a salir, previo cambio de vestuario, la gran Manuela. Todos ellos rematan por un inolvidable fin de fiesta que pone broche de oro a la primera parte.
Siendo excelente la primera parte, en la continuación estaba el no va más. María Vargas en persona con el espléndido toque de José María Molero, volvía después un cuarto de siglo a nuestra provincia, a Villaralbo. Y lo hacía a lo grande como siempre ella lo hizo. Todo después de afrontar como ha podido los golpes de la vida y estar muchos meses sin cantar. Villaralbo le ha dado la oportunidad y ella ha respondido con creces y generosidad a raudales. El entendido público se lo ha reconocido con la mejor de sus ovaciones. Pero no conviene equivocarse, María no está al cien por cien de sus posibilidades, pero lo podrá estar. Lo estará si a la actuación de Villaralbo le siguen otras del mismo nivel y características. María es un valor fundamental a proteger en el mundo del flamenco.
Abren por alegrías, y van de menos a más como siempre ocurrió con los grandes y geniales. Como lo que son, cantaora y guitarrista. Siguen con una entrega de seis soleares muy bien premiadas por el respetable. Incorporándose los palmeros, nos deleita con una muestra antológica de tangos sin dejar de acordarse de La Niña de Los Peines. Cada vez se siente más a gusto, en sintonía con su público de siempre, por lo que brota de su sentir las seguiriyas. Apoteósico, con un Rodero completamente crecido, y una María en su salsa, la primera de Tío José de Paula, la segunda de Francisco La Perla y las dos últimas muy personales. El auditorio la respaldo con sus aplausos adecuadamente. Había mucho más, sus bulerías, paras las que María siempre se mostró muy generosa. El Público le tributó un considerable agradecimiento, y simbólicamente le dejó claro que todos quieren tenerla como referencia flamenca.
Cierra esta memorable noche Manuel de los Santos Pastor. El Agujeta, acompañado por la certera guitarra de Antonio Soto, en su anárquica línea. Abren con una primera entrega de seguiriyas, Manuel Torre, transmitida por su padre Agujeta El Viejo, Tío José de Paula y Manuel Molina. Siguen por soleares, Alcalá, Mellizo, dos más de Alcalá y remate por Triana. Tanda de siete fandangos donde se pueden reconocer algunos de Manuel Torre. Repite soleares, hasta siete más, en las que parte de Alcalá y entremezcla con bulería por solea y Triana. Manda salir a su mujer Kanako para que baile y le canta soleares por bulerías. Destacar aquí, que su esposa, siendo japonesa hace una interpretación de danza flamenca admirable, como ya la hiciera en el Festival de San Pedro del 2004. Anuncia Manuel martinete y hace dos coplas. Nuevamente soleares. Más seguiriyas, dos. Se retira y advierte de que no lo graben, para terminar con dos nuevas seguiriyas a su manera. Noche Flamenca redonda en todos los sentidos con una afición creciente y expectante como se demostró con el silencio y respeto de los muchos aficionados entre los que destacaba la presencia de algunos niños. Esa es otra buena noticia: la renovación generacional.
La memorable actuación de la excelsa María Vargas después de muchos meses sin actuar para los grandes públicos, el altísimo nivel de los guitarristas, la primera presencia de la Tobala en nuestra provincia y los muchos aficionados que el sábado se dieron cita en el Patio de las Escuelas de Villaralbo, hacen que esta décimo primera Noche Flamenca pase directamente a los anales del flamenco nacional.
Cada uno de los artistas principales, es decir cantaores, guitarristas y bailaora, tenían su propio público, aunque muchos asistentes eran compartidos. También, que el cuadro de baile fue una gratísima sorpresa, con sus prodigiosos cuatro cantaores, y qué cuatro voces.
La presentación corrió a cargo de esa encantadora y buena periodista televisiva Victoria Carrasco de Canal 4 T.V., quien da la bienvenida a la numerosa afluencia de aficionados de otras latitudes, entre los que se encontraba el venerable aficionado Yayo y un nutrido grupo de amigos de la comunidad de Madrid. Una buena forma de ser hospitalarios y de dar el “toque de queda” para el silencio imprescindible en el disfrute del buen flamenco. El público, el habitual de siempre en el flamenco: Correctísimo.
Vamos a intentar resumir las cuatro largas horas de flamenco para la semblanza.
Abren la memorable noche flamenca La Tobala y su marido el destacado guitarrista Pedro Sierra. Tientos tangos dedicados a la Niña de los Peines. Público entregado de principio, y que seguiría estándolo hasta el final. Soleares muy personales entre las que se pudieron apreciar ecos de la Serneta, Andonda, Juaniquí, Ramón el de Triana y Paquirri. Siguen Alegrías de Córdoba, mirabrás y alegrías de Cádiz. Fuerte ovación merecida. Terminan su actuación por una generosa tanda de tangos extremeños. Juana la Tobala desciende de Extremadura y tiene muy bien pillado el eco de la numerosa prole de cantaores extremeños. Despedida con público en pie.
Previo anuncio de la presentadora, aparecen sobre el escenario el maestro jerezano Perico Jero y Juanito Villar. Recepción de gala. Abren por soleares, con un Periquín muy motivado, Alcalá con los dos últimos tercios muy al estilo del Mellizo, Alcalá, Andonda y solearilla. Bien recompensadas por el público. Siguen cuatro fandangos. Tangos y bulerías acompañados por los palmeros Iván e Israel Carpio. Mejor despedida a Periquín que a Juanito. Pero también con el público en pie.
Después de los pertinentes cambios en el escenario, se inicia el baile. Palmas a compás por los cuatro cantaores - palmeros, filigranas con la sonanta de Juan Diego, para darle paso a esa pequeña gran dama de la danza racial jerezana, de la larga dinastía de los Carpio, Manuela Carpio. Manuela es puro Jerez, pero de la esencia misma de La Plazuela. Es jalea real del flamenco barrio de San Miguel, y todo su grupo igual. La actuación de todos ellos en su ciudad, habría llenado sobradamente un noche flamenca a 20 euros la entrada y estas se habrían agotado. En Villaralbo, por menos dinero los hemos disfrutado a ellos y al resto. Para tenerlo en cuenta. Durante el cambio de vestuario, Joaquín Flores entona una buena tanda de Bulerías. Abren la segunda actuación de Manuela las soleares, Juanillorro: Alcalá, Onofre, Ramón el de Triana. Con Agustín Talega, El Lavi, continua. Manuela exhibe su arte gitano cantando Manuel del Taller soleares de Ramón y de Machango. Ella responde con un exuberante zapateado coreado a compas por esas excelentes voces. Sigue el grupo sólo con bulerías de La Plazuela para volver a salir, previo cambio de vestuario, la gran Manuela. Todos ellos rematan por un inolvidable fin de fiesta que pone broche de oro a la primera parte.
Siendo excelente la primera parte, en la continuación estaba el no va más. María Vargas en persona con el espléndido toque de José María Molero, volvía después un cuarto de siglo a nuestra provincia, a Villaralbo. Y lo hacía a lo grande como siempre ella lo hizo. Todo después de afrontar como ha podido los golpes de la vida y estar muchos meses sin cantar. Villaralbo le ha dado la oportunidad y ella ha respondido con creces y generosidad a raudales. El entendido público se lo ha reconocido con la mejor de sus ovaciones. Pero no conviene equivocarse, María no está al cien por cien de sus posibilidades, pero lo podrá estar. Lo estará si a la actuación de Villaralbo le siguen otras del mismo nivel y características. María es un valor fundamental a proteger en el mundo del flamenco.
Abren por alegrías, y van de menos a más como siempre ocurrió con los grandes y geniales. Como lo que son, cantaora y guitarrista. Siguen con una entrega de seis soleares muy bien premiadas por el respetable. Incorporándose los palmeros, nos deleita con una muestra antológica de tangos sin dejar de acordarse de La Niña de Los Peines. Cada vez se siente más a gusto, en sintonía con su público de siempre, por lo que brota de su sentir las seguiriyas. Apoteósico, con un Rodero completamente crecido, y una María en su salsa, la primera de Tío José de Paula, la segunda de Francisco La Perla y las dos últimas muy personales. El auditorio la respaldo con sus aplausos adecuadamente. Había mucho más, sus bulerías, paras las que María siempre se mostró muy generosa. El Público le tributó un considerable agradecimiento, y simbólicamente le dejó claro que todos quieren tenerla como referencia flamenca.
Cierra esta memorable noche Manuel de los Santos Pastor. El Agujeta, acompañado por la certera guitarra de Antonio Soto, en su anárquica línea. Abren con una primera entrega de seguiriyas, Manuel Torre, transmitida por su padre Agujeta El Viejo, Tío José de Paula y Manuel Molina. Siguen por soleares, Alcalá, Mellizo, dos más de Alcalá y remate por Triana. Tanda de siete fandangos donde se pueden reconocer algunos de Manuel Torre. Repite soleares, hasta siete más, en las que parte de Alcalá y entremezcla con bulería por solea y Triana. Manda salir a su mujer Kanako para que baile y le canta soleares por bulerías. Destacar aquí, que su esposa, siendo japonesa hace una interpretación de danza flamenca admirable, como ya la hiciera en el Festival de San Pedro del 2004. Anuncia Manuel martinete y hace dos coplas. Nuevamente soleares. Más seguiriyas, dos. Se retira y advierte de que no lo graben, para terminar con dos nuevas seguiriyas a su manera. Noche Flamenca redonda en todos los sentidos con una afición creciente y expectante como se demostró con el silencio y respeto de los muchos aficionados entre los que destacaba la presencia de algunos niños. Esa es otra buena noticia: la renovación generacional.
Félix R. Lozano
Fotografía: Víctor L. Gómez
Fotografía: Víctor L. Gómez
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