La Vía o Ruta de la Plata -con ambas acepciones nos entendemos-, ha sido un trasunto de movimientos de personas, mercancías, ideas, músicas y otros variopintos aconteceres.
Muchos de ellos se transmitían a viva voz a través de los copleros, tanto juglares, ciegos y otros, y también por los Pliegos de cordel. Todo el acontecer humano y vivencial era plasmado en estos cuadernillos de cuatro a ocho hojas que, bien leído o recitado, era conocido por el personal.
Como no sabemos del origen del Flamenco y es de suponer que todo habrá contribuido a su configuración inicial, ¿quién nos desdice que también por Morales del Vino pudieron haber pasado algunos de los que estaban inmersos en esa inicial gestación? Si seguimos las primeras manifestaciones folclóricas -a través de las tonadas-, observamos que a veces parecieran una "toná flamenca". No deben andar muy lejanas las iniciales formas flamencas porque, no cabe duda de que la trashumancia y los diferentes asentamientos de las repoblaciones, habrían influido decisivamente en el primer embrión flamenco. Hasta la aparición de las primeras grabaciones no podemos atestiguar fehacientemente cómo serían las formas flamencas anteriores, ni siquiera si algunas de las primigenias se hubieran perdido. Pero no cabe duda de que el trasiego de personas, de toda condición y lugar, han dejado un poso hasta configurar definitivamente las primeras manifestaciones flamencas.
No hemos de olvidar que los primeros "cantaores oficiales" ya eran itinerantes y se iban imbuyendo de los diferentes matices que escuchaban en sus desplazamientos y en sus asentamientos varios. Me refiero a ese carácter de esponja que de siempre ha tenido "lo flamenco". Así que dejemos a la imaginación rodar y pensemos que por Morales del Vino también pasó algún inicial "cantaor", dejando el poso de afición suficiente, para que con el paso del tiempo, tenga este importante núcleo urbano, cabecera de la comarca de la Tierra el Vino, un Festival Flamenco de tronío que, a lo que parece por llevar ya cuatro ediciones, tiene voluntad de permanencia.
E imaginemos que algún pliego de cordel con letras flamencas, habría sido leído y cantado por nuestros anteriores paisanos aficionados, lo que contribuiría a dejarnos esta semilla de afición flamenca. Así que a investigar y, sobre todo, a disfrutar del legado que nos dejaron y que hemos de trasmitir a los nuevos aficionados flamencos. El Festival Flamenco de la Tierra del Vino es un buen motivo para ello.
Muchos de ellos se transmitían a viva voz a través de los copleros, tanto juglares, ciegos y otros, y también por los Pliegos de cordel. Todo el acontecer humano y vivencial era plasmado en estos cuadernillos de cuatro a ocho hojas que, bien leído o recitado, era conocido por el personal.
Como no sabemos del origen del Flamenco y es de suponer que todo habrá contribuido a su configuración inicial, ¿quién nos desdice que también por Morales del Vino pudieron haber pasado algunos de los que estaban inmersos en esa inicial gestación? Si seguimos las primeras manifestaciones folclóricas -a través de las tonadas-, observamos que a veces parecieran una "toná flamenca". No deben andar muy lejanas las iniciales formas flamencas porque, no cabe duda de que la trashumancia y los diferentes asentamientos de las repoblaciones, habrían influido decisivamente en el primer embrión flamenco. Hasta la aparición de las primeras grabaciones no podemos atestiguar fehacientemente cómo serían las formas flamencas anteriores, ni siquiera si algunas de las primigenias se hubieran perdido. Pero no cabe duda de que el trasiego de personas, de toda condición y lugar, han dejado un poso hasta configurar definitivamente las primeras manifestaciones flamencas.
No hemos de olvidar que los primeros "cantaores oficiales" ya eran itinerantes y se iban imbuyendo de los diferentes matices que escuchaban en sus desplazamientos y en sus asentamientos varios. Me refiero a ese carácter de esponja que de siempre ha tenido "lo flamenco". Así que dejemos a la imaginación rodar y pensemos que por Morales del Vino también pasó algún inicial "cantaor", dejando el poso de afición suficiente, para que con el paso del tiempo, tenga este importante núcleo urbano, cabecera de la comarca de la Tierra el Vino, un Festival Flamenco de tronío que, a lo que parece por llevar ya cuatro ediciones, tiene voluntad de permanencia.
E imaginemos que algún pliego de cordel con letras flamencas, habría sido leído y cantado por nuestros anteriores paisanos aficionados, lo que contribuiría a dejarnos esta semilla de afición flamenca. Así que a investigar y, sobre todo, a disfrutar del legado que nos dejaron y que hemos de trasmitir a los nuevos aficionados flamencos. El Festival Flamenco de la Tierra del Vino es un buen motivo para ello.
Federico Vázquez Esteban.
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