Como era sabido, a la altura de las expectativas. La parte musical, si acaso sorprendió. Fue por algunas pequeñas variantes que los artistas introdujeron mejorando ligeramente la actuación de la misa de San Pedro. En realidad hay poco que mejorar cuando se está al nivel de estos virtuosos. Añadir una vez más la excelente acústica del templo de la Asunción, muy bien sonorizada e iluminada, con una pequeña meseta que elevaba a los artitas ligeramente del suelo.
Manuel Vera, perfectamente compenetrado con Pepe Núñez, nos ofreció a los presentes lo mejor de su arte. Y ambos tienen mucho que ofrecer.
Nana con ecos de villancico para introducir a la concurrencia en la emotiva entrega del sacrificio. La malagueña de Enrique El Mellizo dio cuerpo glorioso al “Señor ten piedad”. La zambra caracolera, del “Santo, Santo” alcanza pellizcos sublimes en la entrega del Quincalla. Algunas personas presentes no pueden contener las lágrimas. “Cristo, con Él y en Él”, se ilustra con soleares de Alcalá, la primera de Joaquín el de la Paula y la segunda de su hermano Agustín Talega. El siempre emotivo “Padre Nuestro” por toná. El magistral toque de Pepe Núñez nos anticipa “Cordero de Dios”, seguiriyas. Tres, Manuel Torre, Paco La Luz, y la cabal, muy conocida pero poco ejecutada por su compleja dificultad, del Loco Mateo, en la omnipresente versión de El Sernita. Aquí el Quincalla tocó el cielo y nos transportó a todos los presentes hacía él. Termina la señalada cita religiosa con fandangos de Juan Breva, pero en versión personal, y verdiales, para recibir el más prolongado y sentido homenaje qué en actuación de misa flamenca hayamos advertido. No sólo es qué se les estuviera mucho tiempo aplaudiendo, es qué su intensidad llenó de regocijo los gloriosos muros de la iglesia de La Asunción.
Manuel Vera, perfectamente compenetrado con Pepe Núñez, nos ofreció a los presentes lo mejor de su arte. Y ambos tienen mucho que ofrecer.
Nana con ecos de villancico para introducir a la concurrencia en la emotiva entrega del sacrificio. La malagueña de Enrique El Mellizo dio cuerpo glorioso al “Señor ten piedad”. La zambra caracolera, del “Santo, Santo” alcanza pellizcos sublimes en la entrega del Quincalla. Algunas personas presentes no pueden contener las lágrimas. “Cristo, con Él y en Él”, se ilustra con soleares de Alcalá, la primera de Joaquín el de la Paula y la segunda de su hermano Agustín Talega. El siempre emotivo “Padre Nuestro” por toná. El magistral toque de Pepe Núñez nos anticipa “Cordero de Dios”, seguiriyas. Tres, Manuel Torre, Paco La Luz, y la cabal, muy conocida pero poco ejecutada por su compleja dificultad, del Loco Mateo, en la omnipresente versión de El Sernita. Aquí el Quincalla tocó el cielo y nos transportó a todos los presentes hacía él. Termina la señalada cita religiosa con fandangos de Juan Breva, pero en versión personal, y verdiales, para recibir el más prolongado y sentido homenaje qué en actuación de misa flamenca hayamos advertido. No sólo es qué se les estuviera mucho tiempo aplaudiendo, es qué su intensidad llenó de regocijo los gloriosos muros de la iglesia de La Asunción.
Félix R. Lozano.
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