La ciudad capitalina ha sido históricamente para el flamenco la tabla de salvación de los artistas andaluces. Aquí venían a trabajar en los tablaos y en las fiestas privadas del Madrid profundo. No era una plaza a ganar, sino una plaza donde vivir. Y así, la comunidad flamenca que habitaba en Madrid era tan importante en número como la que pudiera habitar en Jerez o en Triana.
No es de extrañar, por tanto, la existencia de artistas flamencos de origen madrileño que han escrito su particular página en el libro de la historia de este arte. En el caso de D. Ramón Montoya, es una extensa página que marca un extraordinario hito en la evolución de la guitarra flamenca. Hay un antes y un después de Montoya, hasta el punto de poder afirmar que todos los guitarristas posteriores a él, parten de su escuela para desarrollar su propia estética.
José Blas Vega, también madrileño, es uno de los investigadores de flamenco más prestigiosos del panorama nacional y escribía esto : "En la historia de la guitarra flamenca hay que hablar de un antes y un después de Ramón Montoya. Podemos decir sin temor a exagerar que todo el universo de la guitarra flamenca gira en torno a él".
D. Ramón acompañó a los cantaores más grandes de su tiempo. En su encuentro con D. Antonio Chacón, el Papa del Cante, marcó una nueva forma de acompañamiento, pero también lo hizo con la Niña de los Peines, y posteriormente con Pepe Marchena y con tantos otros importantes artistas.
En su faceta como concertista, Rodrigo de Zayas escribía : «En septiembre de 1936. empezó una brillante carrera Internacional, impulsada por un antiguo alumno suyo; el artista gráfico Marius de Zayas. Sus giras, entre 1936 y 1938 le llevarían ante los públicos más exigentes de la música clásica, en las salas de conciertos más prestigiosas de Europa y América. En febrero de 1938, dio un recital privado, con La Argentinita, para la reina consorte, Isabel de Inglaterra».
Este homenaje, el primero que se hace a su figura, se cierra con el espectáculo de otro gran guitarrista madrileño. Un hombre que junto con Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, forma parte de un triunvirato histórico que vuelven a darle otra “vuelta de tornillo” a la evolución de la guitarra: Victor Monge “Serranito”.
Además de rendir este homenaje, hemos pretendido que este Festival sea una muestra completa de todas las disciplinas relacionadas con el universo flamenco: cante, guitarra, baile y percusión, en el que alternan artistas consagrados con otros que están en proceso de hacerse un hueco en el panorama nacional, pero siempre desde el concepto ortodoxo de este arte.
Más info (vía deflamenco.com), [aquí].
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