Carmen de la Jara plasma en un doble Cd la investigación de Antonio Barberán sobre los antiguos cantes de Cádiz y los Puertos.
A la cantaora hacía tiempo que le rondaba la idea de grabar un disco con estilos exclusivamente de Cádiz. Por su parte, el investigador gaditano Antonio Barberán llevaba años estudiando en discos antiguos y en archivos las formas primitivas del cante de Cádiz y los Puertos, convencido como está de que los estilos de esta zona constituyen un único ente cantaor frente al de otros lugares como Jerez o Triana. Las ganas y la capacidad de adaptación de ella, junto a la tenacidad de él, se han visto por fin plasmadas en un trabajo que hay que calificar de intenso y exhaustivo, una grabación que sus autores califican de investigación musical. Se trata de un doble Cd en el que se reúnen decenas de estilos que remiten a cantaores y cantaoras de la zona. Cada uno de ellos se encuentra, además presentado con una explicación detallada de su elección y sus correspondientes letras.
Este capítulo de las letras ocupa un lugar primordial en la investigación, pues -como explica Barberán- "se ha intentado casar los estilos con las letras originales del siglo XIX". Para ello, además de las fuentes discográficas propias (más de cuatro mil discos de pizarra), el investigador se ha basado en "fuentes hemerográficas y literarias", siempre con la finalidad "de acercarse lo más posible a las formas de esos estilos en el momento en que empiezan a emerger", porque el cante, añade, "tiende a contaminarse y cada autor le va dejando su propia impronta, pero aquí se trataba de acercarse lo máximo al modelo original y más antiguo. Se han buscado, así, las formas más primitivas y las letras más cercanas al tiempo en que se cantaron". En ese sentido, Barberán tiene una justificación para cada uno de los cantes elegidos y asignados a sus creadores, lo que a su vez es muestra de la metodología que ha seguido en su estudio. Sirva como ejemplo, entre otros tantos que acumula en su discurso, el de la seguiriya de El Viejo de la Isla tomada de la versión registrada en pizarra a principios del siglo XX por el Niño de la Isla, que -según su criterio- reproduce la del anterior. O la también seguiriya Venta Molero, conocida a través de Juan Talega, que atribuye a Tomás El Nitri.
El objetivo del trabajo es "asentar o agrupar los distintos cantables y estilos nacidos en el ámbito de la Bahía gaditana, al objeto de que las generaciones presentes y futuras conozcan, valoren y conserven los cantes a los que la flamencología denominó acertadamente de Cádiz y los Puertos". Ese "y" -subraya Barberán- "es copulativo, pues estos lugares -La Isla de San Fernando, Puerto Real, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, junto con la capital- gozan de una forma propia de cantar unos estilos comunes debido al tráfico marítimo que compartían. Y, con el tiempo, devienen en formas cantaoras idéntica entre sí y distintas a las de otras zonas". También en el trabajo subyace la intención de sacar a esta tierra del encasillamiento que supone asociarla exclusivamente a cantiñas y alegrías, "cuando Cádiz -afirma el investigador- tiene una amplia y variada riqueza de cantes también dramáticos".
Es esa una de las ideas que defiende Ramón Soler Díaz, una de las tres autoridades que han sido invitadas a escuchar la obra y opinar sobre ella en el librillo que la acompaña. Los otros dos son Luis Suárez Ávila, quien defiende el valor de esta tierra como "territorio fundador del cante y además con una enorme fuerza expansiva demostrada", y Manuel Martín Martín, que afirma que "Cádiz está repleta de nombres legendarios que crearon obras maestras, tesoros que son las joyas de la corona del cante gaditano y que no podían dormir el sueño de los justos en la fonoteca de la memoria". Efectivamente, es lo que se pretende con este trabajo que no aspira a tener carácter comercial, sino, por el contrario, a huir de sus premisas. Sacar del olvido a estilos y autores para que sean patrimonio de todos y enseña de los cantaores de la tierra. Como afirma Barberán, "este disco no aspira a ventas, su única pretensión es la vigencia". Grabado y mezclado en los estudios "La Cara B" por Jorge Cacheda, el disco cuenta con las guitarras de Antonio Carrión, Juan José Alba, Víctor Rosa y Rafael Trena. Las palmas y jaleos corren a cargo de Diego Amaya, Pedro de Chana, Luisa la de Enrique y Ani Pina. Del trabajo se han editado un millar de ejemplares gracias a las subvenciones de Diputación provincial, Ayuntamiento de Cádiz, Agencia del Flamenco y Antonio Benitez Producciones S.L.
Este capítulo de las letras ocupa un lugar primordial en la investigación, pues -como explica Barberán- "se ha intentado casar los estilos con las letras originales del siglo XIX". Para ello, además de las fuentes discográficas propias (más de cuatro mil discos de pizarra), el investigador se ha basado en "fuentes hemerográficas y literarias", siempre con la finalidad "de acercarse lo más posible a las formas de esos estilos en el momento en que empiezan a emerger", porque el cante, añade, "tiende a contaminarse y cada autor le va dejando su propia impronta, pero aquí se trataba de acercarse lo máximo al modelo original y más antiguo. Se han buscado, así, las formas más primitivas y las letras más cercanas al tiempo en que se cantaron". En ese sentido, Barberán tiene una justificación para cada uno de los cantes elegidos y asignados a sus creadores, lo que a su vez es muestra de la metodología que ha seguido en su estudio. Sirva como ejemplo, entre otros tantos que acumula en su discurso, el de la seguiriya de El Viejo de la Isla tomada de la versión registrada en pizarra a principios del siglo XX por el Niño de la Isla, que -según su criterio- reproduce la del anterior. O la también seguiriya Venta Molero, conocida a través de Juan Talega, que atribuye a Tomás El Nitri.
El objetivo del trabajo es "asentar o agrupar los distintos cantables y estilos nacidos en el ámbito de la Bahía gaditana, al objeto de que las generaciones presentes y futuras conozcan, valoren y conserven los cantes a los que la flamencología denominó acertadamente de Cádiz y los Puertos". Ese "y" -subraya Barberán- "es copulativo, pues estos lugares -La Isla de San Fernando, Puerto Real, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, junto con la capital- gozan de una forma propia de cantar unos estilos comunes debido al tráfico marítimo que compartían. Y, con el tiempo, devienen en formas cantaoras idéntica entre sí y distintas a las de otras zonas". También en el trabajo subyace la intención de sacar a esta tierra del encasillamiento que supone asociarla exclusivamente a cantiñas y alegrías, "cuando Cádiz -afirma el investigador- tiene una amplia y variada riqueza de cantes también dramáticos".
Es esa una de las ideas que defiende Ramón Soler Díaz, una de las tres autoridades que han sido invitadas a escuchar la obra y opinar sobre ella en el librillo que la acompaña. Los otros dos son Luis Suárez Ávila, quien defiende el valor de esta tierra como "territorio fundador del cante y además con una enorme fuerza expansiva demostrada", y Manuel Martín Martín, que afirma que "Cádiz está repleta de nombres legendarios que crearon obras maestras, tesoros que son las joyas de la corona del cante gaditano y que no podían dormir el sueño de los justos en la fonoteca de la memoria". Efectivamente, es lo que se pretende con este trabajo que no aspira a tener carácter comercial, sino, por el contrario, a huir de sus premisas. Sacar del olvido a estilos y autores para que sean patrimonio de todos y enseña de los cantaores de la tierra. Como afirma Barberán, "este disco no aspira a ventas, su única pretensión es la vigencia". Grabado y mezclado en los estudios "La Cara B" por Jorge Cacheda, el disco cuenta con las guitarras de Antonio Carrión, Juan José Alba, Víctor Rosa y Rafael Trena. Las palmas y jaleos corren a cargo de Diego Amaya, Pedro de Chana, Luisa la de Enrique y Ani Pina. Del trabajo se han editado un millar de ejemplares gracias a las subvenciones de Diputación provincial, Ayuntamiento de Cádiz, Agencia del Flamenco y Antonio Benitez Producciones S.L.
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