Se había pronosticado la importancia de La Noche número doce y el público abarrotaba el polideportivo de la Josa. El zamorano barrio ha consolidado con los años una cita flamenca, que junto con el Ciclo del Teatro Principal, se convierten en las de más tradición después del Festival de San Pedro. Para la ocasión dos artistas de tronío: Antonio Izquierdo Castellano, artísticamente Merenguito, al cante y Antonio Rodríguez Real, Antonio Reyes al toque.
Abre la noche el presidente peñista Eduardo Abril haciendo constar el gran mérito de la Comisión de Fiestas para conseguir que año tras año San José Obrero se consolide como referencia flamenca de obligado disfrute.
Comienza la actuación con aires de “ida y vuelta” en el decir de Antonio Murciano, concretamente por guajiras, palo con el que de inmediato los artistas se ganaron completamente al respetable. Fuertes aplausos.
Continúan por malagueña del Mellizo, con un curioso prefacio: “Perdón Dios mío…”, granaina según popularizara Pepe Marchena, para encarar la doble del legendario gaditano del barrio de Santa María. Prolongada ovación.
Siguen canción por bulerías: “El arriero, los ejes de mi carreta, etc.”. Más aplausos.
Tanda de soleares trianeras que Merenguito anuncia como “Soleás grandes apolás”, con tinte bastante personal, no obstante se vislumbraban sones precisos de Silverio versionado por El Tenazas de Morón, de El Quino, El Pancho, de Juan Breva o el mismísimo Antonio Mairena con esa estrambótica atribución a Charamusco. ¿Quién fue Charamusco?
Fandangos. El primero de Angelillo pero que para nosotros era del Carbonerillo, el segundo muy personalizado de Marchena (Posiblemente de Rafael Pareja) y el tercero de Paco Toronjo, lo canta fuera de micrófono. Los aplausos de un público entregado completamente cortaron como cuchillos la interpretación de los fandangos. Lo que se pierde en estética se gana en emotividad.
Rematan la actuación por bulerías, con despedida apoteósica del respetable levantándose de sus asientos.
Posteriormente, y después de un “tente en pie” continuó la noche en La Peña Flamenca, que había decretado “jornada de puertas abiertas” para las muchas personas que la quisieron visitar. Allí de manera más informal los artistas nos obsequiaron con las mejores perlas cultivadas de su repertorio: Soleares alfareras, tangos del Piyayo y farruca, antología de cantiñas: Cantiñas, mirabrás, alegrías de Códoba, cantiñas del Pinini, y juguetillo de alegrías, toque solista de Antonio Reyes por granaina y cante de Merenguito para terminar con minera y taranta en homenaje al desaparecido Pencho Cros.
Noche memorable para celebrar este XII encuentro flamenco en el barrio más dinámico y sensible al arte con mayúsculas de nuestra entrañable Zamora.
Abre la noche el presidente peñista Eduardo Abril haciendo constar el gran mérito de la Comisión de Fiestas para conseguir que año tras año San José Obrero se consolide como referencia flamenca de obligado disfrute.
Comienza la actuación con aires de “ida y vuelta” en el decir de Antonio Murciano, concretamente por guajiras, palo con el que de inmediato los artistas se ganaron completamente al respetable. Fuertes aplausos.
Continúan por malagueña del Mellizo, con un curioso prefacio: “Perdón Dios mío…”, granaina según popularizara Pepe Marchena, para encarar la doble del legendario gaditano del barrio de Santa María. Prolongada ovación.
Siguen canción por bulerías: “El arriero, los ejes de mi carreta, etc.”. Más aplausos.
Tanda de soleares trianeras que Merenguito anuncia como “Soleás grandes apolás”, con tinte bastante personal, no obstante se vislumbraban sones precisos de Silverio versionado por El Tenazas de Morón, de El Quino, El Pancho, de Juan Breva o el mismísimo Antonio Mairena con esa estrambótica atribución a Charamusco. ¿Quién fue Charamusco?
Fandangos. El primero de Angelillo pero que para nosotros era del Carbonerillo, el segundo muy personalizado de Marchena (Posiblemente de Rafael Pareja) y el tercero de Paco Toronjo, lo canta fuera de micrófono. Los aplausos de un público entregado completamente cortaron como cuchillos la interpretación de los fandangos. Lo que se pierde en estética se gana en emotividad.
Rematan la actuación por bulerías, con despedida apoteósica del respetable levantándose de sus asientos.
Posteriormente, y después de un “tente en pie” continuó la noche en La Peña Flamenca, que había decretado “jornada de puertas abiertas” para las muchas personas que la quisieron visitar. Allí de manera más informal los artistas nos obsequiaron con las mejores perlas cultivadas de su repertorio: Soleares alfareras, tangos del Piyayo y farruca, antología de cantiñas: Cantiñas, mirabrás, alegrías de Códoba, cantiñas del Pinini, y juguetillo de alegrías, toque solista de Antonio Reyes por granaina y cante de Merenguito para terminar con minera y taranta en homenaje al desaparecido Pencho Cros.
Noche memorable para celebrar este XII encuentro flamenco en el barrio más dinámico y sensible al arte con mayúsculas de nuestra entrañable Zamora.
Félix R. Lozano.
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