Es bien sabido que todo lo bueno tiende a percibirse como breve. Y en el caso del Ciclo de Flamenco, como siempre de alto nivel, nos gustaría contradecir a Gracián diciendo que, “lo bueno si abundante dos veces bueno”. Pero esta, como otras programaciones, ocupa un tiempo y un lugar concreto, y lo que toca a su fin permite que esta noche quede mucho por disfrutar.
Miguel Ángel Poveda León, nace en Barcelona hace treinta y cinco años. De padre murciano (Lorca) y de madre manchega (Puertollano). Después de una concienzuda preparación juvenil, en 1993 se presenta al Festival Nacional del Cante de las Minas alzándose con su máximo galardón: La Lámpara Minera. Desde entonces su crecimiento como artista ha ido progresando a la vez que su caché. Se puede asegurar que es figura señaladísima tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. No es la primera vez que actúa en este Ciclo, pero si puede considerarse la primera que lo hace como artista hegemónico. Tiene seis discos en el mercado. El último, “Tierra de calma”, fue premiado como mejor disco de cante en los Premios Nacionales “Flamenco Hoy” del pasado año. También ha participado en proyectos artísticos con otros artistas así como en cine con Bigas Luna, Carlos Saura o Nicolas Klotz. Viene acompañado por grupo propio que seguro va a estar a la altura del titular. Sin duda un lujo para la programación flamenca y para los que se den cita en el augusto teatro.
La sola presencia de Poveda justificaría con creces la programación para hoy jueves. Sin embargo hay premio adicional. Fernando de la Morena y Alberto San Miguel. Poco hay que decir de Fernando Carrasco Vargas en Zamora, - y en Morales del Vino -, que no se sepa. Nace hace sesenta y dos años en el centro justo, del centro neurálgico, del epicentro flamenco: Número 10 de la jerezana calle Cantarería, a un suspiro de la majestuosa iglesia de Santiago, por cierto sumida en interminables obras de restauración. Hijo de la Tía Morena, a la que tuvimos el honor de conocer en su inmaculada casa vecinal. Gañán, jornalero, asalariado, taxista…., y figura del firmamento flamenco. Es sabido, y degustado como merece, su personal sentido del compás, con esa peculiar, envolvente y seductora “voz de trapo”, preñada de ecos gitanos ancestrales.
Le toca un gran profesional y que conoce sobradamente al de La Morena: Alberto San Miguel. Lo mismo que nosotros, no sólo conocemos su toque sino también sus considerables progresos en el difícil arte del acompañamiento.
Lo dicho clausura de gala para una completa entrega en forma de Ciclo.
Miguel Ángel Poveda León, nace en Barcelona hace treinta y cinco años. De padre murciano (Lorca) y de madre manchega (Puertollano). Después de una concienzuda preparación juvenil, en 1993 se presenta al Festival Nacional del Cante de las Minas alzándose con su máximo galardón: La Lámpara Minera. Desde entonces su crecimiento como artista ha ido progresando a la vez que su caché. Se puede asegurar que es figura señaladísima tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. No es la primera vez que actúa en este Ciclo, pero si puede considerarse la primera que lo hace como artista hegemónico. Tiene seis discos en el mercado. El último, “Tierra de calma”, fue premiado como mejor disco de cante en los Premios Nacionales “Flamenco Hoy” del pasado año. También ha participado en proyectos artísticos con otros artistas así como en cine con Bigas Luna, Carlos Saura o Nicolas Klotz. Viene acompañado por grupo propio que seguro va a estar a la altura del titular. Sin duda un lujo para la programación flamenca y para los que se den cita en el augusto teatro.
La sola presencia de Poveda justificaría con creces la programación para hoy jueves. Sin embargo hay premio adicional. Fernando de la Morena y Alberto San Miguel. Poco hay que decir de Fernando Carrasco Vargas en Zamora, - y en Morales del Vino -, que no se sepa. Nace hace sesenta y dos años en el centro justo, del centro neurálgico, del epicentro flamenco: Número 10 de la jerezana calle Cantarería, a un suspiro de la majestuosa iglesia de Santiago, por cierto sumida en interminables obras de restauración. Hijo de la Tía Morena, a la que tuvimos el honor de conocer en su inmaculada casa vecinal. Gañán, jornalero, asalariado, taxista…., y figura del firmamento flamenco. Es sabido, y degustado como merece, su personal sentido del compás, con esa peculiar, envolvente y seductora “voz de trapo”, preñada de ecos gitanos ancestrales.
Le toca un gran profesional y que conoce sobradamente al de La Morena: Alberto San Miguel. Lo mismo que nosotros, no sólo conocemos su toque sino también sus considerables progresos en el difícil arte del acompañamiento.
Lo dicho clausura de gala para una completa entrega en forma de Ciclo.
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