Como ya vaticinábamos el pasado miércoles, la Aulas Flamencas de Caja Duero se presentan en su edición del año en curso, al menos tan atractivas como en la del pasado.
Precisamente para esta primera hablábamos de tres primeras figuras, cada una en su contexto, y que lo demostraron con creces.
Abrió el acto, como es habitual, Alfonso Eduardo Pérez Orozco con su verbo fácil, ameno y emotivo, preñado de experiencias de, con, y junto a grandes mitos de la segunda edad de oro del flamenco y su mundo. El gran gurú de la radio y la televisión, fue de Paco de Lucia a Antonio Mairena, de La Niña de los Peines y Pepe Pinto a Calixto Sánchez o Camarón. No olvidándose de dar pinceladas de pintor experto sobre la boda del Lebrijano, en la que se desarrolló esa monumental disputa entre Pastora Pavón y Antonio Mairena, cantando por bulerías hasta provocar la “rotura de camisas” en la nutrida concurrencia. Por cierto, sobre este hecho hay certero testimonio de Romualdo Molina, amigo personal de Alfonso Eduardo, y que también se encontraba presente en Lebrija, en el imprescindible libro de Juan Rondón Rodríguez: “Recuerdos y confesiones del cantaor Rafael Pareja de Triana”. El conferenciante da paso y presenta a los artistas de la que bien puede calificarse como velada redonda.
Rubén Lebaniegos con un toque claro, ajustado a la compañía, firme, preciso y lleno de sentimiento. Empezó gustándose y no dejó de hacerlo a lo argo de toda la actuación. De sobresaliente, al igual que el cantaor Guillermo Cano. Inician por milonga siguiendo los cánones marcheneros, incluido ese tango de Gardel que el maestro de Marchena utilizó para remate de este cante. Siguen por Levante, taranta del Niño de Barbate y de Gabriel Moreno. Bulerías por soleá, de las que la segunda y la tercera muy personales, más parecieran soleares de Triana. Fandangos por bulería: Carbonerillo (Cuanto nos recuerda la voz de Guillermo a la del sevillano), Pepe Marchena y El Niño Gloria. Encaran el cante por seguiriyas, para el que esto escribe, sin duda lo mejor de la excelente actuación, Francisco La Perla, Paco La Luz, Tomás El Nitri, para rematarlas por la personal liviana de Antonio Mairena. Siguen tangos, incluyendo como remate una exquisitez muy especial y de creación personal: La malagueña del Mellizo metida por tangos. Para que luego digan los parásitos, inútiles y vividores de este bello arte que es necesario “fusionar” el flamenco para que éste no se agote. Lo que hace falta es sapiencia, trabajo y genialidad. Y como en Guillermo abundan, y estamos en el País Leonés nos regaló con dos fandangos de Rafael Farina. Pero como además estamos en Zamora y “ya conozco de vuestras tradiciones semanasanteras” nos repitió regalo en forma de saeta de bella factura. Todo el auditorio, puesto de pie, se fundió en prologado y caluroso aplauso de agradecimiento a tan pletórica cita. ¡Hasta Febrero!.
Abrió el acto, como es habitual, Alfonso Eduardo Pérez Orozco con su verbo fácil, ameno y emotivo, preñado de experiencias de, con, y junto a grandes mitos de la segunda edad de oro del flamenco y su mundo. El gran gurú de la radio y la televisión, fue de Paco de Lucia a Antonio Mairena, de La Niña de los Peines y Pepe Pinto a Calixto Sánchez o Camarón. No olvidándose de dar pinceladas de pintor experto sobre la boda del Lebrijano, en la que se desarrolló esa monumental disputa entre Pastora Pavón y Antonio Mairena, cantando por bulerías hasta provocar la “rotura de camisas” en la nutrida concurrencia. Por cierto, sobre este hecho hay certero testimonio de Romualdo Molina, amigo personal de Alfonso Eduardo, y que también se encontraba presente en Lebrija, en el imprescindible libro de Juan Rondón Rodríguez: “Recuerdos y confesiones del cantaor Rafael Pareja de Triana”. El conferenciante da paso y presenta a los artistas de la que bien puede calificarse como velada redonda.
Rubén Lebaniegos con un toque claro, ajustado a la compañía, firme, preciso y lleno de sentimiento. Empezó gustándose y no dejó de hacerlo a lo argo de toda la actuación. De sobresaliente, al igual que el cantaor Guillermo Cano. Inician por milonga siguiendo los cánones marcheneros, incluido ese tango de Gardel que el maestro de Marchena utilizó para remate de este cante. Siguen por Levante, taranta del Niño de Barbate y de Gabriel Moreno. Bulerías por soleá, de las que la segunda y la tercera muy personales, más parecieran soleares de Triana. Fandangos por bulería: Carbonerillo (Cuanto nos recuerda la voz de Guillermo a la del sevillano), Pepe Marchena y El Niño Gloria. Encaran el cante por seguiriyas, para el que esto escribe, sin duda lo mejor de la excelente actuación, Francisco La Perla, Paco La Luz, Tomás El Nitri, para rematarlas por la personal liviana de Antonio Mairena. Siguen tangos, incluyendo como remate una exquisitez muy especial y de creación personal: La malagueña del Mellizo metida por tangos. Para que luego digan los parásitos, inútiles y vividores de este bello arte que es necesario “fusionar” el flamenco para que éste no se agote. Lo que hace falta es sapiencia, trabajo y genialidad. Y como en Guillermo abundan, y estamos en el País Leonés nos regaló con dos fandangos de Rafael Farina. Pero como además estamos en Zamora y “ya conozco de vuestras tradiciones semanasanteras” nos repitió regalo en forma de saeta de bella factura. Todo el auditorio, puesto de pie, se fundió en prologado y caluroso aplauso de agradecimiento a tan pletórica cita. ¡Hasta Febrero!.
Félix R. Lozano. Peña Flamenca "Amigos del Cante". Zamora, 2008.
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