Podríamos calificarlo de acontecimiento flamenco del año y seguro que no nos equivocaríamos. Aun teniendo en cuenta el redondo Festival de Morales del Vino. Es más, podemos afirmar que se trata de uno de los hechos más relevantes en lo que llevamos de siglo. La presencia de Encarnación Marín Sayago “La Sayago” este sábado día 10 en Zamora, marcará un hito para la ya fecunda historia de nuestra Peña Flamenca y, por extensión, para los repletos anales de la jondura zamorana. Será una actuación privada… de momento.
Las mujeres no suelen tener edad hasta que se acercan a la centena, por eso en el caso de Tía Encarna la intemporalidad se hace añicos para decirnos que en dos meses cumplirá nueve décadas menos un año. Y tan fresca, y tan moza. Viviendo sola, como casi siempre en su Sanlúcar natal y sobrándose para cuidar de sí misma y mantener su profesionalidad a prueba de abatimientos. No hay duda de que La Sayago es de acero.
Pero es mucho más. Encarnación es de lejos la cantaora en activo más veterana, de más rajo gitano, pese a ser paya como La Piriñaca, con más sentido del compás y la de conocimientos más enciclopédicos. En este sentido cabe afirmar que, excepción hecha de la Niña de Los Peines, La Sayago es la cantaora más completa de la historia conocida del flamenco. No sólo domina todos los palos sino que también lo hace con muchas de sus variantes. ¡Y qué dominio!
Lo dicho hasta ahora la convierte en una artista excepcional. Excepcionalidad en el más amplio sentido del término, por no olvidar de que sus orígenes fueron como bailaora de tronío. Con todo, hay que añadir más. Es la depositaria y transmisora de los cantes del más grande de los cantaores sanluqueños: Perico Frascola y también del Ciego La Peña, la dinastía de los Mico, María y sus sobrinos Bochoque y Miguel el de María, y por supuesto de Ramón Medrano del que aprendió directamente.
Tal vez el privilegiado lugar que ocupa Sanlúcar en la desembocadura del Guadalquivir y el vivir Encarnación cerca de la Bahía por su tradicional ocupación pesquera, le han conferido además a la sanluqueña, esa otra misión de albacea de muchas de las otras joyas imperecederas de los Puertos: Francisco La Perla, El Viejo de la Isla, María Borrico, Curro Durse, El Mellizo y un largo etcétera de cantaores esenciales en este complejo arte musical.
Para resumir podemos asegurar que La Sayago es una cantaora que nos conecta directamente con los dos periodos de oro del flamenco: la segunda mitad del siglo XIX donde se desarrollan y fijan de forma definitiva todos los estilos tal y como los conocemos; y el próximo a nosotros, que se puede situar desde finales de los cincuenta hasta mediados de los ochenta. El primero es más de creación, el segundo de engrandecimiento y nuevos impulsos para afrontar el tercer milenio. Tía Encarna es ese eslabón necesario para entender y querer más este universal arte.
Según ella afirma “nunca jamás h´estao en Zamora, y no voy a desaprovechar la ocasión”. Estamos seguros. Estará acompañada, por dos palmeros, Luís Santiago y José Peña y por el magnifico tocaor jerezano Alberto San Miguel.
Las mujeres no suelen tener edad hasta que se acercan a la centena, por eso en el caso de Tía Encarna la intemporalidad se hace añicos para decirnos que en dos meses cumplirá nueve décadas menos un año. Y tan fresca, y tan moza. Viviendo sola, como casi siempre en su Sanlúcar natal y sobrándose para cuidar de sí misma y mantener su profesionalidad a prueba de abatimientos. No hay duda de que La Sayago es de acero.
Pero es mucho más. Encarnación es de lejos la cantaora en activo más veterana, de más rajo gitano, pese a ser paya como La Piriñaca, con más sentido del compás y la de conocimientos más enciclopédicos. En este sentido cabe afirmar que, excepción hecha de la Niña de Los Peines, La Sayago es la cantaora más completa de la historia conocida del flamenco. No sólo domina todos los palos sino que también lo hace con muchas de sus variantes. ¡Y qué dominio!
Lo dicho hasta ahora la convierte en una artista excepcional. Excepcionalidad en el más amplio sentido del término, por no olvidar de que sus orígenes fueron como bailaora de tronío. Con todo, hay que añadir más. Es la depositaria y transmisora de los cantes del más grande de los cantaores sanluqueños: Perico Frascola y también del Ciego La Peña, la dinastía de los Mico, María y sus sobrinos Bochoque y Miguel el de María, y por supuesto de Ramón Medrano del que aprendió directamente.
Tal vez el privilegiado lugar que ocupa Sanlúcar en la desembocadura del Guadalquivir y el vivir Encarnación cerca de la Bahía por su tradicional ocupación pesquera, le han conferido además a la sanluqueña, esa otra misión de albacea de muchas de las otras joyas imperecederas de los Puertos: Francisco La Perla, El Viejo de la Isla, María Borrico, Curro Durse, El Mellizo y un largo etcétera de cantaores esenciales en este complejo arte musical.
Para resumir podemos asegurar que La Sayago es una cantaora que nos conecta directamente con los dos periodos de oro del flamenco: la segunda mitad del siglo XIX donde se desarrollan y fijan de forma definitiva todos los estilos tal y como los conocemos; y el próximo a nosotros, que se puede situar desde finales de los cincuenta hasta mediados de los ochenta. El primero es más de creación, el segundo de engrandecimiento y nuevos impulsos para afrontar el tercer milenio. Tía Encarna es ese eslabón necesario para entender y querer más este universal arte.
Según ella afirma “nunca jamás h´estao en Zamora, y no voy a desaprovechar la ocasión”. Estamos seguros. Estará acompañada, por dos palmeros, Luís Santiago y José Peña y por el magnifico tocaor jerezano Alberto San Miguel.
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