Sin duda noche enjundiosa donde las haya. Noche flamenca en la que pudimos disfrutar durante sus dos horas y media largas y de la que podemos aprender.
No fue el excelente guitarrista anunciado, Roberto Hernández, quién hizo acto de presencia en Sanzoles, motivos de última hora lo impidieron. A cambio de esta ausencia los presentes, por encima de los cuatrocientos, tuvimos la suerte de conocer el académico toque de José Antonio Díaz. Y nunca mejor dicho lo de académico si tenemos en cuenta que es uno de los pocos tocaores licenciado en guitarra flamenca. Titulación universitaria superior, para entendernos, igual que un médico, abogado o psicólogo, que se cursa en el único lugar del mundo donde se puede hacer: Conservatorio Superior de Música de Córdoba. José Antonio pertenece a la segunda promoción. Su pureza en los sones de alta escuela fueron captados y premiados convenientemente por el respetable.
Abre la calurosa noche en el pabellón cerrado, y como se ha dicho repleto de público, Luisita de Huelva con sus refrescantes alegrías de Córdoba para obtener su plena comunión con el auditorio, cosa que de inmediato se favorece por su profesionalidad, saber esta y simpatía. Sigue por seguiriyas, la primera de Manuel Torre, la siguiente trianera y la de cierre en sus dos últimos tercios nos recordó a la de Juanichi el Manijero. Prolongados aplausos. Tientos – tangos, hasta nueve, desde Cádiz hasta Extremadura pasando por Triana, con el soniquete planeando por el espacio de La Paquera y La Perla. Más aplausos y todos, jóvenes y mayores disfrutando de lo lindo. Milonga dedicada a las féminas, y para terminar su primera parte una tanda de cinco fandangos: Paquera, Niño de la Calzá, Perlita de Huelva, Paquera (Dedicado a su propio padre allí presente) y aires de Huelva. Despido apoteósico.
Le llega el turno a Perico de la Mancha, impecablemente vestido y con sombrero cordobés. Anuncia “Malagueña de D. Antonio Chacón y del Mellizo”, cuando en realidad es la malagueña del Mellizo templada previamente, como hiciera a principio de los cuarenta el singular Pepe Marchena y fijada definitivamente por Aurelio Sellé, con la granaina. Matices insignificantes al margen, el público premia el arte y, como no podía ser de otra forma, lo hace de forma generosa con Perico. Primera entrega de soleares. Palo en el que el manchego es un consumado interprete. Anunciadas como apolás, lo cual era cierto, y dedicadas “A un Sr. con el que estuve hablando en el bar y que le falta un brazo perdido en un desgraciado accidente”. Aplausos, a Perico y al Sr. Las tres soleares derivadas del estilo matricial del gran Silverio, y por lo tanto soleares de Triana. Sigue por levante. Anuncia taranto y cartagenera, lo cual vuelve a es cierto con un pequeño matiz. El Taranto es más bien femenino y tiene nombre propio y se llama minera. Muchos aplausos que encandilan plenamente al bueno, como profesional y como persona, de Perico, por lo que se lanza a una segunda entrega de soleares. ¡Lo mejor de la noche!, en una noche redonda. El las anuncia como “Soleá de Triana”, como si las anteriores no lo hubieran sido, y como si no hubiera que hablar en plural
Hay que recordar que, a efectos de estudio, las soleares de Triana, las más fértiles, numerosas y ricas musicalmente hablando, se pueden dividir a fecha de hoy en once grupos, seis estilos y no menos de veintinueve variantes. Al primer grupo pertenecen las denominadas apolás, por su simbiosis con el polo, y se incluyen cuatro estilos a saber: El Fillo, Silverio, El Quino y la soleá apolá tradicional. Perico encara esta excelente entrega de soleares con la frecuente salida por Pinea, Ramón el de Triana (El Ollero), El Pancho, El Quino, la denominada por Pepe de la Matrona como soleá petenera pero que en realidad es una apolá, en concreto de Silverio. La única soleá petenera que de manera estricta merecería tal denominación por llevar compás de petenera, es la grabada por Pepe Marchena y que tiempo habrá de referirnos en profundidad a ella. La penúltima y última del Ollero. Ovación de gala.
Sigue la parte de canción española a cargo del propio Perico, homenaje a Rafael Farina: “Salamanca tierra mía” y “Las campanas de Linares”, nutridos aplausos a los que le siguen cuatro fandangos del maestro charro.
Luisita encara la recta final de la actuación con “Campanero jerezano” y la “Copla eterna”, bellos pasodobles de exquisita ejecución. Y ya de nuevo con Perico, sevillanas a dúo premiadas con el respetable de pie. El broche de oro a la memorable actuación se lo pusieron las bulerías. Nuevamente el público en pie se funde en prolongada ovación de despedida. Al final todo fueron parabienes con deseos y propósitos de continuidad para años venideros. Qué no decaiga. Félix Rodríguez Lozano
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