martes, 16 de noviembre de 2010
¡Más baile, por favor…! Por Eva Peña.
‘Flamenco flamenco’ de Carlos Saura, esta semana en las pantallas españolas.
“Mañana mismo me pondría a hacer Flamenco 3”
Carlos Saura lo reconoce, que es mucho lo que ha quedado fuera. Todos los que están en ‘Flamenco, Flamenco’ “deben estar, pero hay aún muchas cosas que hacer”. Y es por ese carácter que tiene el flamenco de partir del pasado, crecer en el presente y anticipar su futuro, es decir, por esa cualidad esencial de evolucionar y que, por cierto, tan relacionada está con su fusionada génesis. Precisamente, este es el eje del segundo documental musical que el cineasta español dedica al género: la evolución, lo joven, lo porvenir. No parece, por tanto, casual, que el filme se haya rodado en el que fuera Pabellón del Futuro de la Expo’92 de Sevilla. La estructura metálica del edificio es, de hecho, lo primero y lo último que se ve en la pantalla de esta película que se estrena esta semana en los cines españoles, tras desvelarse en Montreal, Shangai y Sevilla, y mientras sigue cerrando su agenda internacional.
'Flamenco, Flamenco' de Carlos Saura. Carlos Saura
“Yo no soy capaz de apreciar el avance que hay en la película, pero según los expertos ‘Flamenco, Flamenco’ muestra importantes novedades técnicas”, admite Carlos Saura. Y pone como ejemplo la soleá por bulerías de Paco de Lucía o el modo en que Diego del Morao acompaña a Montse Cortés. Considera que es el cante la modalidad más sujeta aún a la ortodoxia, pero resalta que “es el baile donde veo una mayor revolución”. Recuerda que ya en algunos de sus trabajos con Antonio Gades, se pusieron en marcha experimentos como prescindir de la música en algunas escenas y dejar el baile con un efecto muy “ceremonial”. Después, se han dado muchos más pasos. Y le llama la atención del baile de hoy, sobre todo, “el juego, la libertad, las posibilidades, esa manera de doblar el ritmo o abandonarlo, sin ningún miedo”.
Lo ve en el zapateado de Farruquito, que estaba a su lado en la presentación del filme ante la prensa madrileña. Para el bailaor sevillano, la intervención en esta película ha sido especial pues en la primera ‘Flamenco’, recibió la alternativa de manos de su abuelo Farruco, y en esta segunda entrega quien toma el testigo es su hermano menor Manuel Fernández Montoya ‘El Carpeta’, con una pieza por bulerías. “Aquello fue algo que quedó grabado para siempre. Yo no tengo la edad ni la genialidad de mi abuelo para hacer lo que él hizo, sólo puedo sentirme orgulloso de lo que ha hecho mi hermano a sus trece años, que es algo muy difícil”, apuntó.
La opción más vanguardista de la película la ofrece, sin duda, Israel Galván, con un ‘Silencio’ que sintetiza su personal lenguaje y su arriesgado camino. Saura habla también de Rocío Molina, “que baila de una forma impensable en el flamenco de hace unas décadas”. Ella lo hace con un garrotín extraído de su montaje ‘Cuando las piedras vuelen’. Y también el cineasta aporta sus propias innovaciones. Aunque sigue trabajando con los paneles translúcidos de ‘Sevillanas’ y la metafórica iluminación de Vittorio Storaro, a esta película se añade toda una pinacoteca sobre lo andaluz y lo flamenco, que abarca autores como Romero de Torres, Zuloaga o Doré, entre otros muchos. Una herramienta que establece un intrigante juego de miradas, además de una paleta cromática más amplia. También hay reflejos en superficies no sólo verticales, sino también pavimentales. Y hay efectos especiales como la lluvia que cae sobre Eva Yerbabuena cuando interpreta la ‘Canción de cuna’ que le canta Miguel Poveda. El director explica que “en este cine musical puedo experimentar y la maravilla es que trabajan ellos y yo soy, simplemente, un voyeur que, por respeto, trato de embellecer lo que hacen y colaboro a que el público lo vea de una forma más placentera”.
Y así, a veces la cámara baila con los bailaores, como en la elegante guajira que, cantada por Arcángel, bailan Rafael Estévez, Nani Paños y Patricia Guerrero; otras, se acerca hasta la misma respiración del cantaor, como en el desgarrador martinete de José Mercé; también hace al espectador partícipe de una fiesta privada, como sucede en los cautivadores tangos de Estrella Morente; le calza los trepidantes tacones de Sara Baras; le da a escuchar a voces tan nuevas como las de Ángeles Fernández, Encarna Anillo, Jesús Méndez o Carlos García; le descubre la cara serena de Niña Pastori homenajeando a Camarón; lo asoma al interior de los pianos de Dorantes y Diego Amador; o lo transporta al otro lado de los velos que cubren a las bailarinas de la austera marcha procesional coreografiada por Javier Latorre.
“Un fermento fantástico”
Aunque es evidente que ha habido un cambio generacional, que afecta a las actitudes, las presencias, los discursos. Recuerda Carlos Saura, siempre insistente en lo disciplinados y respetuosos que son los flamencos, que cuando llegó La Paquera al rodaje de ‘Flamenco’ y vio las caras atónitas de su gente ante toda la parafernalia técnica que les aguardaba en la antigua Estación de Córdoba, se volvió a ellos y les dijo: “Hacedlo mejor que nunca porque esto va a quedar para siempre”. Y bien lo saben esas “figuras venerables” que en ‘Flamenco, Flamenco’ representan el norte de este arte: Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, Tomatito, Moraíto, José Mercé, Luis el Zambo… Y bien lo sabe el propio Saura, consciente de los valiosísimos testimonios que para la historia ha recogido en su filmografía de artistas que ya se fueron como Antonio Gades, Camarón, Lola Flores, Mario Maya o Fernanda de Utrera. Ahora viene el futuro. Y Carlos Saura, que aún se siente más aficionado que experto, se declara “muy optimista a partir de lo que he estado viendo: en el flamenco de hoy hay un fermento fantástico”.
Silvia Calado. Madrid, 15 de noviembre de 2010
Crónica del espectáculo ‘Carmen’, versión representada por la Compañía de Antonio Gades en el Teatro Calderón; por Eva Peña, profesora de baile flamenco en la Peña ‘Amigos del Cante’.
Este pasado fin de semana se ha representado en el Teatro Calderón de Valladolid, durante cuatro días, el espectáculo flamenco “Carmen” por la Compañía de Antonio Gades.
A pesar del alto precio de las entradas, −algo ya habitual en los espectáculos de baile− y la incomprensible mala visibilidad de dicho Teatro; gran respuesta del público, quizá por las escasas ocasiones que tenemos en Castilla y León de ver compañías de baile flamenco o buenos solistas.
La Compañía de Antonio Gades es resultado de la creación de la Fundación de Antonio Gades, que se constituyó antes de morir el artista para conservar su obra y promocionarla. La Compañía ha recuperado sus grandes obras: Carmen, Bodas de Sangre, la Suite Flamenco y Fuenteovejuna.
Con un elenco de jóvenes bailarines, se mantiene la idea original del creador: sus coreografías, en ellas se ve plasmado claramente el sello Gades.
En ésta ocasión se presentaba oficialmente a los primeros bailarines, a saber: Vanesa Vento y Ángel Gil en el papel de Carmen y D. José respectivamente: ambos hicieron un gran trabajo de expresividad y buen baile.
Al igual que las nueve bailarinas y cinco bailarines, con la sencillez cómo protagonista y ahí es dónde estaba la belleza, una claridad y sonido justo y preciso en los zapateados, marca inconfundible de la casa Gades, sin artificios que sólo hacen ruido y resultan innecesarios.
El vestuario de ensayo, con los “maillots” que nos evocan a las que éramos estudiantes de danza en aquella época de los años 80 y 90, yo misma en ese mismo Teatro Calderón, antes de la reforma, cuándo subíamos aquellas viejas escaleras de ruidosa madera hasta la Escuela de danza de Marienma que se encontraba en los pisos altos del Teatro. Y ese ambiente de clase y ensayos es cómo se representa la obra, al igual que la famosa película “Carmen” de Carlos Saura con Antonio Gades y Cristina Hoyos.
Así comienza el espectáculo con una clase de flamenco y los ensayos de una compañía que va a representar “Carmen”. Se encuentran en un estudio de baile, y la compañía permanece en el escenario toda la obra.
De ese modo se va desarrollando el argumento de la obra: la escena de la tabacalera, la aparición de D. José, el torero, la fiesta y el drama, lo cómico y los momentos de profundo silencio.
Musicalmente alternando el audio de momentos de la ópera de Prosper Mérimée, con la música en directo a través de las profundas voces flamencas de Ángela Núñez “La Bronce”, Gabriel Cortés, Enrique Pantoja, Joni Cortés, Alfredo Tejada y las guitarras de Antonio Solera y Camarón de Pitita. Desde el “Verde que te quiero verde” casi susurrado hasta la explosión de la alegría en la fiesta por bulerías con la obligada “patá” por bulerías; mucho arte y frescura.
Destacar también el estupendo trabajo de iluminación de Roger Goffinet, siguiendo la técnica de Dominique You, el que fuera durante muchos años iluminador de Gades. Importante también la labor de dirección artística de Stella Arauzo.
Con un final, mejor dicho varios finales inesperados, regados de numerosos aplausos de un público entregado que agradecía sin parar que no acabara la obra, realmente una idea de finalizar original y muy bonita.
En estos tiempos de tanta experimentación artística dónde a veces el espectador no comprende bien lo que está viendo es un placer para los sentidos ver algo tan aparentemente sencillo, pero tan bello y bien hecho, un recuerdo tan cercano al maravilloso maestro Gades.
En propias palabras de Gades: “He tratado de llevar al baile la belleza plástica, la poesía, la música, el ritmo…”
Objetivo conseguido, gracias maestro… estaría orgulloso de ver su espíritu tan bien plasmado en el escenario…
Eva Peña, es profesora de baile flamenco en la Peña ‘Amigos del Cante’