“Aprende la técnica y olvídala”, esta frase del maravilloso bailarín Nacho Duato encierra la clave de la difícil conjunción entre la expresión y la técnica.
El baile flamenco encierra una gran complejidad rítmica a la que hay que darle un sentido, vemos bailaor@s con una buena técnica pero se quedan en una exhibición de acrobacias, desplantes y aplauso fácil, pero eso no es arte…
La técnica hay que tenerla, sin ella no se puede bailar eso está claro, pero hay que ir más allá. Hay que encontrar un lenguaje corporal que transmita, que levante al público del asiento; un lenguaje que sea tu seña de identidad.
El público flamenco tiene unos cánones muy marcados pero no hay por que bailar siempre igual una soleá o una seguiriya etc., ahí está la aportación de cada uno y hay que hacerla tuya e interpretarla con tu sentimiento, con lo que tu quieres decir. A veces el flamenco está demasiado cerrado, demasiado encorsetado y limita la expresión, pero hay que romper esas barreras y decir algo más que lo que se espera, una mano, un gesto, saberse parar en un escenario sin hacer nada y estar transmitiendo una gran emoción, ahí está la clave, y eso puede transmitir más emoción que unos larguísimos zapateados que se consiguen con horas de ensayo, lo otro no… lo otro no se consigue con horas… se tiene o no se tiene…
Antiguamente el hombre zapateaba y la mujer movía el cuerpo, hasta que la genial Carmen Amaya se enfundó unos pantalones y sus pies volaban por la tablas, su menudo cuerpo tenía una fuerza impresionante y transmitía una emoción cómo pocas han conseguido, pero aunque se vistiera de hombre era una mujer bailando con toda la ondulación que le daba a su cuerpo.
Los bailaor@s de hoy en día alcanzan unos niveles técnicos muy buenos, pero vacíos de emoción, olvidan el cuerpo, los brazos, las manos, en esto insisten mucho los críticos flamencos, demasiada prisa para triunfar: para aprender técnica hay que tener unas cualidades y muchas horas, para transmitir hay que tener unas vivencias, una aportación personal, un sentido de la estética, un sentido musical muy desarrollado y bailar con gusto… para todo esto tan sencillo y tan complejo a la vez, sobre todo tiene que gustarte muchísimo lo que haces, amar ésta profesión que a veces da alegrías y otras veces te las quita… y trabajar mucho. Hay que buscar inspiración en la belleza que la naturaleza nos pone delante, en muchos detalles que pasan por delante de nuestros ojos cada día, hay que estar alerta a todo lo que nos pueda servir para crear, para poder dar un sentido al arte.
Los profesores de baile flamenco tenemos una misión más allá que enseñar pasos, compás, movimientos, técnica, hay que dotar todas las enseñanzas de un duende, el duende no se puede enseñar, pero si se puede entregar la brújula para encontrar cada un@ esos caminos maravillosos que te llevan a tu estudio interior. Enseñar un movimiento y que cada alumno luego lo interprete y lo haga suyo, y consiga hacerlo tan suyo que no habrá dos iguales aunque sea el mismo paso. Ésta es la aventura apasionante de la enseñanza, y lo más difícil.
Echo mucho de menos expresión y emoción sobre las tablas últimamente, pero no pierdo las esperanzas que esto cambie, en nuestra mano está. Creo que los programadores también deberíamos exigir un poco más.
A parte de los grandes actuales, cómo la mejor bailaora Eva ‘La Yerbabuena’, la perfecta conjunción entre la técnica y la expresión, muy difícil de superar, me gustaría destacar a una joven bailaora, Isabel Bayón, que está haciendo un trabajo muy bueno, además la joven Rocío Molina que sigue siendo la gran revelación, y también una mujer innovadora pero que se pone una bata de cola y lo borda, Belén Maya. En el panorama masculino, José Barrios es un bailaor que me ha sorprendido muy gratamente, con una luz especial en el escenario.
Me gustaría acabar con unas palabras del genial bailaor y maestro Mario Maya, que dedica unos consejos magistrales:
§ Tener mucha afición
§ Espíritu de sacrificio
§ Físico adecuado
§ Buen oído musical
§ Buen gusto, refinamiento
§ Huir de la vulgaridad
§ Preservar la ética y la estética
§ No exagerar: lo exagerado es insignificante
§ Tener claro que si se ausenta la mirada, la mente y el cuerpo, se ausenta el espectador.
Eva Peña
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