Entrevista con Antonio Ortega, autor del libro sobre El Pali, "El último trovador".
Antonio Ortega, en un homenaje póstumo a Francisco Palacios 'El Pali', ha realizado un estudio amplio y concienzudo de la obra y vida de este afamado escritor de sevillanas que, con sus versos plasmó la Sevilla costumbrista de su época. Durante cinco años, Ortega a indagado en la vida del denominado Trovador de Sevilla, de mano de su familia y de sus amigos más íntimos, con quienes ha pasado decenas de horas hablando de este personaje.
En el texto el autor destaca la personalidad de El Pali, a veces compleja, las largas horas que echó sentado en la calle La Aduana de Sevilla, de cómo alcanzó la gloria, aunque nunca llegó a ser reconocido en su ciudad. El autor también realiza un particular viaje por la vida del cantaor, perfilando el contexto histórico y familiar en que nació y creció Palacios, y su época.
Ahora Antonio Ortega ha querido hacer justicia a Francisco Palacios con este monumento literario a su memoria, a su trayectoria y a su persona. Un hombre que, aunque aficionado al flamenco, nunca tuvo fortuna en esta disciplina. Sin embargo con su peculiar voz, y su don para escribir sevillanas, consiguió convertirse en un referente en este palo. Hoy, sus letras, son historia.
En una entrevista concedida a Europa Press, Ortega aseguró que a través de las sevillanas de 'El Pali' se conoce la historia de Sevilla, siendo éste "uno de sus grandes triunfos". Asimismo, señaló que "Paco Palacios es el artista más genial que ha dado la historia de las sevillanas y el primer solista del género de la sevillana".
En este sentido, el periodista añadió que 'El Pali' fue "el cantautor protesta de las sevillanas, en las que denunció lo que le estaba pasando a la Sevilla de su alma". "El historiador de la Sevilla popular", dijo.
Por otro lado, Ortega apuntó que este trabajo, que se presenta hoy en Sevilla, nació mientras realizaba su anterior libro, 'Voz Canela. Bosquejo biográfico de El Bizco Amate', cuando la letra de una sevillana le llevó a establecer una relación con un sobrino de 'El Pali', quien le ofreció la posibilidad de escribir la biografía de su tío poniendo a disposición todo su archivo.
Así, reconoció que el trabajo aborda su vida desde el punto de vista artístico como personal, pues se trata de un personaje que "artísticamente daba para mucho por su complejidad, atractivo y contradicciones".
Ortega indicó que su trabajo, que comenzó a gestarse en 2005, aunque fue escritor en el mes de agosto del año pasado, se basa en el "rigor documental y la constatación de las fuentes". En este sentido, confesó que "en el flamenco somos muy dado a la mitología del dato y a la convertir en mitos a los personajes".
Además, declaró que algunos flamencólogos ortodoxos afirman que "los jóvenes investigadores están tan preparados como ellos", pero, según precisó, "el rigor al mundo del flamenco lo han traído los menos jóvenes, y los desmanes lo han cometido los menos jóvenes, también".
"se casó con Sevilla"
Del mismo modo, el escritor reiteró que 'El Pali' fue "un personaje que amo tanto a Sevilla, que hasta soñó que se casaba con ella". En este sentido, recogió, según apuntó, "la Sevilla del alma, de los pregoneros de los melones de la isla o las escobas de palma y de los artistas de adoquín".
Con este libro, según aseguró, que se pretende "cubrir una laguna, pues no se entendía que un personaje con esta magnitud no tuviera una biografía". "Sevilla le debe la concesión del título de Hijo Predilecto que se le negó en 1988, cuando se recogieron 15.000 firmas para tal fin, debido a un enfrentamiento político"
Ortega explicó a Europa Press que la obra recoge la vida artística y personal del cantaor, junto con todas las sevillanas, fandangos y villancicos transcritos, los carteles o los contratos, entre otros aspectos. Al hilo de esto, dijo que "hoy se conoce el callejero de Sevilla gracias a 'El Pali', el poeta del Arenal", barrio sevillano en el que nació y vivió "derrochando devoción" por sus calles y por su Virgen de la Piedad, de la Hermandad del Baratillo, "la rosa baratillera", como la denominaba el cantaor.
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