Compañía de Paco Peña: al cante Inmaculada Rivero.
Con este mismo título se ha presentado la cita a través del correspondiente cartel. La Peña Flamenca, tenida en cuenta la ausencia de la cena de fin de año, quiere empezar el décimo del milenio con buen píe. El cartel promete con creces. Y el entorno del Hotel Sayagués a las nueve de la noche. El glamour zamorano-flamenco que acompaña a estas célebres veladas-. Y cómo no, el precio del acto abierto al público. Cuantía propia de periodo de crisis. Tres artistas de primerísimo nivel. Dos de ellos inéditos en nuestra ciudad.
Empezaremos por el guitarrista Rafael Rodríguez. La penúltima vez que lo disfrutamos por estos lares fue en el XXXV Festival de San Pedro tocándole para atrás a la insigne Milagros Mengibar. Impresionante su toque señor. La suprema capacidad para el acompañamiento de este maestro de las seis cuerdas -sin duda unida a su proverbial modestia y maleabilidad para adaptarse como fino guante de terciopelo al cante- han hecho que sea el guitarrista habitual del Cabrero. Es más, si no lo acompaña Rafael, el Cabrero o no canta o no está todo lo a gusto que necesita. En el pasado junio, en nuestro carismático Festival, tanto el Cabrero como Rafael, estuvieron como corresponde a su elevado peldaño flamenco por derecho. Por todo ello, viene a ser un auténtico lujo el poder escuchar el toque de este guitarrista a píe de pista, en un ambiente familiar, acompañando a dos artistas dispuestos a quemar las naves.
David Palomar, es una realidad flamenca que partiendo de la Tacita de Plata desparrama presencia y saber estar gaditano. Puede que no sea continuador de nadie ni de nada. Ni siquiera nuestro querido Yeyé está demasiado dispuesto a levantar la antorcha del cante gaditano, es a el –por experiencia y procedencia del Barrio de Santa María- a quien le corresponde tamaña responsabilidad. David, desde la voz natural, suena a flamenco prístino -como el sol de Levante derramándose por la trimilenaria Gádes-, jondo y flamenco a rabiar, con sapiencia y dominio del espacio artístico. Por ejemplo, en su disco – a parte de otras dignas lindezas-, inicia las soleares por El Chozas, el auténtico, vamos… Juan José Vargas Vargas. Dificilísimas de interpretar y de gran paladeo para el entendido público. Su procedencia del número 20 de la calle Trinidad (Corralón de los Carros) en el barrio de la Viña, es un garante de pureza gaditana. No en vano comparte vecindad, ancestral y presente, con los Cantorales, Curro Durse, Macandé, Ginetos, Pericón, o la exquisita dama del cante gaditano actual Mariana Cornejo. Además, por si esto fuera poco, está abalado por uno de los mejores representantes flamencos: Carlos Dezza. ¡Casi Ná!.
A Inmaculada Rivero, también es un lujo tenerla en Zamora. Los grandes artistas del baile se la rifan. Es una de las voces femeninas más solicitadas del panorama nacional. Incluso más allá de nuestras fronteras. Cantaora enciclopédica donde las haya, con una caja de resonancia vocal prodigiosa, viene a nuestra ciudad a dejar su impronta artística, y lo va a demostrar.
Por todo ello, puede haber más pero no mejor.
Félix R. Lozano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario